Para gloria mía los he creado

Publicado el 9 de septiembre de 2024, 4:29

Trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra… para gloria mía los he creado.” Isaías 43:6-7

Dios nos creó con el propósito de magnificar Su grandeza, del mismo modo en que un telescopio amplía la visión de las estrellas. Nuestra existencia tiene el fin de reflejar Su bondad, verdad, belleza, sabiduría y justicia. La gloria de Dios se manifiesta plenamente cuando encontramos en Él nuestra mayor satisfacción. Hemos sido diseñados de tal manera que, a medida que nos deleitamos en Su ser, más Él se glorifica en nosotros. Dado que fuimos hechos para Su gloria, es evidente que debemos vivir para magnificarlo. Esta obligación nace de nuestro diseño original, siendo nuestra prioridad mostrar el valor de Dios al encontrar satisfacción en todo lo que Él es. Esta satisfacción es la base de la verdadera obediencia, especialmente en lo que respecta al amor hacia los demás, como se menciona en Colosenses 1:4-5.

Romanos 3:23 nos enseña que "todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios". Pero, ¿qué implica estar destituido de Su gloria? Significa que no hemos confiado ni valorado a Dios como deberíamos. Nos hemos alejado de Su grandeza y hemos buscado satisfacción en cosas menos valiosas, lo que constituye la esencia de la idolatría, según Romanos 1:21-23. Desde que el pecado entró al mundo, hemos sido reticentes a ver a Dios como el tesoro que satisface nuestras almas completamente (Efesios 2:3), lo cual es una grave ofensa a Su grandeza (Jeremías 2:12-13). Romanos 6:23 revela que "la paga del pecado es muerte". Al menospreciar la gloria de Dios, preferimos otras cosas antes que, a Él, manifestando ingratitud, desconfianza y desobediencia. Por ello, es justo que Dios nos prive de disfrutar Su gloria eternamente. En 2 Tesalonicenses 1:9 se dice que "sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de Su poder". El infierno no es un mito ni una invención humana, y es peligroso ignorarlo. Sin embargo, también hay esperanza, ya que 1 Timoteo 1:15 nos dice: "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores". La buena noticia es que Cristo murió por nosotros y resucitó para validar Su poder salvador y abrirnos las puertas de la vida eterna y el gozo (1 Corintios 15:20). Esto significa que Dios puede absolver a los pecadores y aún ser justo (Romanos 3:25-26). "Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios" (1 Pedro 3:18). Así, la reconciliación con Dios es el origen de toda satisfacción profunda y duradera.

"La reconciliación con Dios es el origen de toda satisfacción profunda y duradera"

Por eso, se nos exhorta: "Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados" (Hechos 3:19). Arrepentirse implica rechazar las promesas engañosas del pecado. Jesús dice: "El que en mí cree, no tendrá sed jamás" (Juan 6:35). La salvación no es algo que podamos ganar, ni merecer (Romanos 4:4-5). Se recibe por gracia mediante la fe (Efesios 2:8-9); es un regalo gratuito (Romanos 3:24). Obtendremos este regalo al valorarlo sobre todas las cosas (Mateo 13:44). Cuando hacemos esto, se cumple el propósito de Dios para la creación: Él se glorifica en nosotros y nosotros encontramos satisfacción en Él, para siempre.

Oración: Señor tú ofreces misericordia, ninguno de nosotros podría escogerte a ti a menos que tú nos des el querer hacerlo, oh Señor necesitamos de tu gracia para poder vivir, libera mi alma para no seguir confiando en las promesas engañosas del pecado. Sálvame oh Señor de la culpa, el castigo y la esclavitud. Ayúdame a confiar en ti Jesucristo, inclina mi corazón a tu camino y guíame oh Señor a ti para que yo pueda amarte por encima de todo. Amén.

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Comentarios

Yamileth
hace un mes

Amén, ayúdanos Señor.🙏

Shirley García
hace un mes

Amén 🙏🙏🙏