
“Invócame en el día de la angustia; Yo te libraré, y tú me honrarás” Salmos 50:15
A lo largo de las Sagradas Escrituras, cada una de las historias contenidas en ella nos recuerdan una verdad esencial: necesitamos el rescate divino. Sin embargo, el evangelio nos muestra a Dios en Su mayor heroísmo. En Su misericordia, Él intervino para rescatarnos cuando la raza humana estaba completamente cautiva bajo las garras de Satanás y sumergida en la oscuridad. Como dice Colosenses 1:13-14: “Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de Su Hijo amado, en quien tenemos redención: el perdón de los pecados”
Dios, el Autor soberano de la creación, ha estado escribiendo la gloriosa historia de la redención desde el principio de los tiempos, y Él es el héroe de esta gran historia. Si estás en Cristo, tienes una historia bendita, no solo por tus experiencias únicas, sino porque tu historia es una que hace parte de la gran historia de Dios. Al igual que Él es el héroe en cada relato bíblico, puedes confiar en que Él será el héroe de tu historia personal también. Todas las grandes historias nos enseñan a ver a Dios como nuestro héroe principal y definitivo. Cuando depositas tu confianza en Dios, pidiendo Su intervención en los capítulos más oscuros de tu vida, Él honra tu fe al estar ahí para apoyarte. Recordemos cuando Senaquerib, rey de Asiria, sitió Jerusalén. Ezequías se preparó responsablemente para defender la ciudad, pero entendió que la victoria no dependía de su tal preparación. En 2 Crónicas 32:7-8, Ezequías anima a sus oficiales con estas palabras: “Sed fuertes y valientes; no temáis ni os acobardéis a causa del rey de Asiria, porque el que está con nosotros es más poderoso que el que está con él” Su confianza estaba completamente arraigada en Dios. Ezequías no puso su fe en su ejército ni propuso un “plan B” en caso de que Dios no interviniera. No había opciones secundarias ni héroes sustitutos. Y Dios honró esa fe al enviar un ángel que derrotó a Senaquerib y liberó a Jerusalén.
Quizás Dios no haya dividido el mar Rojo específicamente para ti, pero milagrosamente ha dado vida a tu corazón muerto (Efesios 2:4-5). Tal vez no te ha rescatado de la fosa de los leones, pero te ha rescatado cientos de veces de diversas dificultades y tentaciones a lo largo de tu vida. Así que, la próxima vez que te enfrentes a una situación imposible, con las probabilidades en tu contra, ¿con quién contarás para que sea el héroe?
Oración: Misericordioso Señor, tú sabes honrar la confianza que depositamos en Ti. Tu corazón no se intimida por ninguna circunstancia, porque en cada situación tienes el control y el poder para obrar para nuestro bien y traer gloria a Tu Nombre. Perdóname por las veces que he desfallecido, por aquellos momentos en que me he olvidado que Tú estás conmigo para ayudarme y pelear mis batallas; límpiame de toda incredulidad, oh Señor, y dame templanza para mantener mis ojos en Ti, el Autor y Consumador de mi fe. Amén
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