La única solución

Publicado el 8 de abril de 2025, 4:34

“¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” Hebreos 9:14

Vivimos tiempos donde lo extraordinario se ha vuelto cotidiano. Lo que una vez fue simplemente ficción ahora se ha transformado en una realidad palpable. Y, no lo olvidemos, en esta carrera por el progreso, muchas veces lo que hoy nos parece asombroso pronto será eclipsado por algo aún más innovador. El mundo está en constante movimiento, prometiéndonos mejoras en todos los aspectos de nuestra vida, pero hay una verdad irrefutable: todo lo que se elabora con manos humanas, todo progreso que se intenta alcanzar, es solo un simple remiendo en trapo viejo. No hay creación humana que pueda aliviar la carga de nuestra conciencia condenatoria. Sin embargo, es crucial entender que estamos separados de Dios, y esa separación hace que nuestra conciencia grite de desesperación por una solución.

Algunos pueden pensar que pueden saldar su deuda espiritual a través del sufrimiento personal. Pueden donar cada parte de su cuerpo, dar todo su dinero a los pobres, servir sin descanso en causas justas, o cumpliendo penitencias. Pero, escucha bien, el resultado es el mismo: la mancha permanece y la sombra de la muerte sigue acechando. Otros se sumergen en placeres efímeros para escapar a su dolor, llenan sus agendas y ocupan sus mentes a fin de no afrontar la horrorosa realidad de su condición, pero, ¿qué escuchan al final? El grito ensordecedor de una conciencia culpable, clamando por alivio. Estamos desahuciados porque nos hemos corrompido, y nos hemos corrompido porque respondemos a los deseos que naturalmente brotan de nuestro interior. No son las circunstancias externas lo que nos mancha, sino el mal que habita en el fondo de nuestro ser (Marcos 7:15-23). Estamos contaminados por actitudes como el orgullo, la lujuria, la envidia, la avaricia, el temor y la apatía. No hay avance tecnológico, académico o cultural que pueda ofrecer la esperanza que tanto anhelamos. La solución es la misma de siempre: Cristo es nuestra única respuesta. Su sangre derramada es el precio pagado por nuestra culpa.

Así que, cuando tu conciencia se levante y te condene, ¿a dónde irás? Hebreos 9:14 nos ofrece la respuesta clara: corre hacia Cristo. ¡Oh pecador, huye de la ira venidera! Corre a Cristo, clama por salvación mientras todavía hay tiempo para ser escuchado.

Oración: Señor, Tuya es la gloria por los siglos de los siglos. No importa si el hombre se niega a reconocer Tu señorío; Tú sigues siendo el Señor de los señores. Sea que nos rindamos aquí en tu presencia o que lloremos y crujamos los dientes en el infierno, al final, reconoceremos Tu soberanía. Ten misericordia, y obra en cada corazón que aún no ha creído para que alcance la salvación, y guíanos al arrepentimiento que trae salvación eterna por amor a Tu Nombre. Amén.

Valoración: 4.3333333333333 estrellas
6 votos

Añadir comentario

Comentarios

Shirley García
hace 11 días

Amén,🙏🙏