La invitación de Dios

Publicado el 14 de abril de 2025, 3:01

A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura” Isaías 55:1-2

Hoy Dios está extendiendo una invitación poderosa a todos aquellos que en sus corazones sienten sed de vida, de esperanza y de sentido. La primera categoría de personas a las que Dios llama son los sedientos que no tienen dinero ¿Quiénes son estos sedientos? Son aquellos que, a lo largo de su vida, han experimentado la sequedad del alma, que han visto marchitarse sus sueños y esperanzas, que han recorrido callejones sin salida y se encuentran vacíos, descontentos, anhelando algo más. Sí, tú que has sentido que la lluvia de la gracia parece ausente en tu vida. Dios conoce esa sed, esa cruda realidad de no tener recursos suficientes para satisfacer esa hambre espiritual. ¡Oh, cuán grande es la misericordia de Dios! Cuando Él dice: “Todos los sedientos, venid”, está indicando que Tú, aunque te sientas en bancarrota, eres precisamente la persona que Él desea atraer a Su banquete de salvación. ¡Tú no necesitas dinero, ni prestigio, eres bienvenido a disfrutar del maná que Él ofrece gratuitamente!

Pero, además, hay una segunda categoría de personas a las que Dios invita, y es bueno reconocerla porque, siendo sinceros, todos podemos identificarnos con esta categoría en algún momento de nuestra vida. El Señor nos pregunta: “¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan, y vuestro salario en lo que no sacia?” Aquí Dios habla a aquellos que, aunque tienen recursos y se esfuerzan por trabajar, a menudo se sienten insatisfechos. Estos son los que persiguen metas materiales y placeres temporales, pensando que al adquirir cosas nuevas encontrarán la satisfacción. Ellos invierten su tiempo y dinero en logros, pero al final, se encuentran con la misma frustración que el primer grupo: un profundo vacío. Es esencial que entendamos que, sin importar cuán llenos se vean nuestros armarios de trofeos o cuán lejos lleguemos en nuestras carreras, si no buscamos a Dios, seguiremos experimentando esa sed insaciable en nuestro interior. ¡Qué engaño tan sutil nos ofrece el mundo, que nos hace creer que nuestras adquisiciones y logros pueden llenarnos! Pero Dios, en Su gran amor, lanza este grito liberador: “¡Venid!”.

Es un llamado a ambos grupos, a los que se sienten quebrantados y a los que se engañan a sí mismos creyendo que su esfuerzo puede satisfacer sus almas. Preguntémonos ¿A qué estamos siendo invitados? Dios no quiere que gastemos lo los recursos que nos ha dado (tiempo, vida, salud, incluso dinero… etc.) en cosas que no sacian. Él nos invita a acercarnos a Él, a beber de las aguas de la vida, a saciar nuestra sed en Su presencia.

Oración: Señor, Tú conoces profundamente la realidad de cada corazón. A veces, puede que no veamos nuestra necesidad evidente, pero Te pedimos que nos des la humildad de reconocer nuestro verdadero estado. Ten misericordia de nosotros y abre nuestros entendimientos, para que podamos ver que solo en Ti hay agua viva, que solo Tú puedes ofrecer verdadera satisfacción. No permitas que busquemos saciar nuestras almas en las cosas efímeras de este mundo. Ven, Señor, y sacia nuestra sed; aviva nuestro deseo de Ti. Amén

¡Acerquémonos a la fuente de nuestra salvación! Dios te está esperando, no importa el estado en que llegues a Él. La invitación está abierta. ¡Venid, y bebed!

Valoración: 4.875 estrellas
8 votos

Añadir comentario

Comentarios

Shirley García
hace 6 días

Amén 🙏🙏🙏