Verdaderamente libres

Publicado el 23 de agosto de 2024, 4:53

Doy por sentado que tú al igual que yo deseas ser libre en el sentido más profundo y pleno. Si lo opuesto a la libertad es la esclavitud, estoy seguro que nadie la quiere. Pero es muy posible que a pesar de no quererlo estés esclavizado a algunos hábitos que son muy placenteros y, en ese sentido, ames tu esclavitud. Pero cuando aíslas el placer y consideras la felicidad sin esa esclavitud, seguramente te gustaría terminar con la esclavitud. Te gustaría ser feliz en libertad, no esclavo en adicciones placenteras. Todos queremos ser libres. Y en Juan 8:36, Jesús dice: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”. Eso es lo que buscamos: verdaderamente libres. Libertad en su significado más profundo y pleno. Jesús nos ofrece eso esta mañana, Él está haciendo esta oferta de verdadera libertad a todos nosotros hoy.

Hablemos de libertad. En Juan 8:32, dice: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. La gente le respondió, como algunos de nosotros podríamos responder: ¡Ya somos libres! Dicen en el versículo 33: “Somos linaje de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?” En este punto es claro que se están centrando en algunos aspectos de la libertad, pero no en el que Jesús tiene en mente. Jesús aclara en el versículo 34: “De cierto, de cierto os digo que todo aquel que comete pecado es esclavo del pecado”. Esa es una declaración absolutamente contundente porque ciertamente que todos pecamos. Por lo tanto, Jesús está diciendo que todos somos esclavos del pecado. Esto significa que el pecado no es solo un acto malo, sino un poder que está debajo de nuestros corazones y que nos hace realizar actos indebidos. Pecamos porque somos pecadores. Así que nuestra esclavitud es esclavitud a este poder que está dentro de nosotros. Puede haber tipos de libertad que podamos crear para nosotros mismos, pero esta libertad de la que habla Cristo no podemos crearla. Esta esclavitud es demasiado profunda. Y todos la tenemos y sólo Jesús puede liberarnos. Así que Él dice en el versículo 36: “si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”.

El pecado nos esclaviza de dos maneras. Por lo tanto, la libertad se presenta de dos maneras. En primer lugar, el pecado nos esclaviza al producir deseos irresistibles. El pecado nos esclaviza al hacer que cualquier cosa parezca más deseable que Dios. En eso consiste el pecado: desear algo por encima de Dios y luego actuar en consecuencia a ese deseo. Y la segunda forma en que el pecado nos esclaviza es que, al final, nos condena. A menos que algo intervenga, nos lleva al infierno. Llamo a esto esclavitud porque alguien podría decir: “Me parece bien desear cosas más que a Dios, eso me parece una libertad”. Pero no dirías eso si vieras claramente que el final de ese camino es la destrucción eterna. Sólo Jesús puede liberarnos de estas dos clases de esclavitud: la dominación y la condenación del pecado. Él nos libera de la condenación del pecado al hacerse condenación por nosotros. “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, haciéndose maldición por nosotros” (Gálatas 3:13). Y nos libera de la dominación del pecado al cambiar nuestra naturaleza desde la raíz a través del nuevo nacimiento. Y lo esencial de esto es que nos da ojos para ver que nuestro Salvador es más deseable que cualquier cosa en el mundo.

Cuando nuestros pecados son perdonados, la ira de Dios es quitada y podemos ver a Jesús como el tesoro supremo, somos liberados tanto de la condenación como del dominio del pecado, entonces y sólo entonces somos verdaderamente libres. Eso es lo que Jesús te ofrece hoy… ¡no te demores! Ven a Cristo, Él es poderoso para salvar a todo aquel que viene a Él abrumado por la fatigante carga del pecado. Él quiere cambiar tu yugo por uno más fácil… Él quiere cambiar tu carga por una más ligera (Mateo 11:30) ¡Qué esperas, ven a Cristo!

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Comentarios

Shirley García
hace 2 meses

Amén 🙏🙏🙏

Yamileth
hace 2 meses

Amén.