No causa, sino propósito

Publicado el 27 de agosto de 2024, 4:42

Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?” Juan 9:2

 En otras palabras, ¿cuál es la causa de esta ceguera? ¿El pecado del hombre? ¿O el pecado de los padres? ¿Es esta ceguera un castigo por el pecado de los padres o un castigo por su propio pecado, algún tipo de pecaminosidad heredada ya en el vientre? Jesús dice, en efecto, que los pecados específicos del pasado no siempre se correlacionan con el sufrimiento específico del presente. La explicación decisiva de esta ceguera no se encuentra buscando su causa sino buscando su propósito. Por ello en el versículo 3 Jesús respondió: “No es que pecó éste ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”.

Reflexionemos un momento en estas palabras, esto es muy significativo. El punto que Jesús está planteando no es que el sufrimiento no llegó al mundo a causa del pecado porque efectivamente es así como entró. Eso queda claro en Génesis 3 y Romanos 8:18-25. Si nunca hubiera habido pecado, nunca habría habido sufrimiento. Todo sufrimiento se debe al pecado. Y parte del significado de los horrores físicos del sufrimiento es revelar los horrores morales del pecado.

Pero eso no es lo que Jesús está diciendo aquí. Tampoco lo está negando. Lo que está diciendo aquí es que el sufrimiento específico a menudo —yo diría la mayoría de las veces— no se debe a un pecado específico. Los discípulos no entendieron, al parecer, esta distinción: que la existencia del pecado en el mundo es la causa del sufrimiento en el mundo, pero los pecados específicos en el mundo por lo general no son la causa de sufrimientos específicos en el mundo. Pero eso es lo que Jesús está diciendo aquí: “No pecó éste ni sus padres”.  En otras palabras, no busquen allí la explicación. Luego les dice dónde buscar. Busquen una explicación de esta ceguera en los propósitos de Dios, entonces la explicación de esta ceguera no está en las causas pasadas, sino en los propósitos futuros.

“Dios debe ser para nosotros sumamente valioso. Más valioso que la salud y la vida”

Para Jesús, la ceguera de nacimiento se explica suficientemente diciendo: Dios quiere mostrar algo de Su gloria a través de esta ceguera. En este caso, se trata de la sanación: la gloria del poder de Dios para sanar. Pero esto no quiere decir que siempre que haya una enfermedad Dios muestre Su gloria a través de la sanación. Cuando Pablo clamó tres veces para que su aguijón en la carne fuera sanado, Jesús le dijo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9). Él le está diciendo: pondré mi poder en evidencia, no sanándote, sino sosteniéndote. En otras palabras, la sanidad muestra las obras de Dios en Juan 9, y la gracia sustentadora muestra las obras de Dios en 2 Corintios 12. Lo que es común en los dos casos es el valor supremo de la gloria de Dios. La ceguera es para la gloria de Dios. El aguijón en la carne es para la gloria de Dios. La sanidad es para Su gloria, y la falta de sanidad es para Su gloria también.

Y si te estás uniendo a los discípulos en la pregunta: ¿Por qué? ¿Quién pecó para que este hombre tuviera que sufrir así? La respuesta sería, sin duda, no él. Nosotros pecamos, todos pecamos. Esa es la causa de todo sufrimiento. Pero no es la explicación decisiva. La explicación decisiva es: él está sufriendo para que las obras de Dios se manifiesten en él ¿Cuáles obras? Las obras de llevar la ira y quitar la maldición, y quitar la culpa, y proveer justicia, y derrotar la muerte, y dar vida, y al final, eliminar el sufrimiento… eliminarlo por completo. “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4). Y sobre cada dolor, cada discapacidad y cada pérdida abrazada con fe para la gloria de Dios, estará escrito con sangre: “Esta leve tribulación pasajera produce en nosotros un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven. Pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:17-18).

Que Dios te dé ojos amado hermano que me escuchas para ver que la manifestación de Sus obras en el sufrimiento de Su Hijo, en tu sufrimiento y en el sufrimiento de cualquier ser querido, son todas expresiones de Su amor.

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Comentarios

Shirley García
hace 2 meses

Amén 🙏🙏🙏