Todo es bueno, incluso el desorden y el dolor

Publicado el 31 de agosto de 2024, 4:01

No es que pecó éste ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” Juan 9:3

La implicación de esto para tu vida es profunda. No importa en qué lío estés metido o en qué dolor estés, las causas de ese lío y de ese dolor no son decisivas para explicarlo. Lo que es decisivo para explicarlo es el propósito de Dios. Sí, hay causas. Algunas de ellas quizás son culpa tuya, tal vez, y otras no. Pero esas causas no son decisivas para determinar el significado de tu lío o de tu dolor. Lo que es absolutamente decisivo es el propósito de Dios. “No es que pecó éste ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Juan 9:3). Y si confiesas tus pecados y te aferras a Jesús como tu Roca, tu Redentor y tu Riqueza, el propósito de Dios para tu desastre y tu dolor será un buen propósito. Valdrá la pena todo lo que tengas que soportar. Sabemos que esto es verdad porque Dios así lo dice Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.

Por supuesto, nada de esto tendrá sentido ni será de ayuda si Dios mismo y la gloria de Sus obras incomparables no son nuestro mayor tesoro. Cuando Jesús dice que el propósito de esta ceguera es “para que las obras de Dios se manifiesten en el ciego”, supone que la manifestación de las obras de Dios tiene un valor que supera años y años de ceguera, tanto para el hombre como para sus padres. Para poder aceptar eso, tenemos que valorar la manifestación de las obras de Dios más de lo que valoramos el verlas. De hecho, más de lo que valoramos la vida misma. El Salmo 63:3 dice: “Tu misericordia es mejor que la vida”. Y Jesús dijo a los prisioneros de Esmirna: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. Ser amado por Dios y estar con Dios para siempre es mejor que tener ojos y mejor que estar vivo en este mundo. Si no lo creemos, entonces decir que Dios tiene propósitos sabios y buenos en todas nuestras pérdidas no será de ningún consuelo. Pero si lo creemos, los propósitos de Dios no solo nos consolarán y fortalecerán, sino que nos permitirán ayudar con paciencia y gentileza a otros en sus momentos de oscuridad.

Entonces “Habiendo dicho esto, [Jesús] escupió en tierra e hizo barro con la saliva. Luego untó con el barro los ojos del hombre y le dijo: “Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que significa “enviado”). Entonces él fue, se lavó y regresó viendo” (Juan 9:6-7) He aquí una observación que prepara el terreno para todo lo demás en este capítulo. Jesús dijo en el versículo 3 que el hombre era ciego para que las obras de Dios se manifestaran. Pero luego dijo en el versículo 4: “Me es necesario hacer las obras del que me envió”. Y en el versículo 6, Jesús mismo hizo el barro y lo sanó. Así que el escenario está preparado para la pregunta: ¿Quién es este Jesús? ¿Cómo debemos responder a este Jesús, que dice que la obra de Dios se va a mostrar aquí, y luego hace la obra Él mismo? Y les diré de antemano lo que va a suceder para que puedan verlo desarrollarse.

 

 

“Lo absolutamente decisivo es el propósito de Dios”.

 

 

La controversia que sigue está diseñada por Dios para mostrar cómo la persona y la obra de Jesús llevan a algunos a la blasfemia y a otros a la adoración. La blasfemia está en el versículo 24: “Así que, por segunda vez, llamaron al hombre que había sido ciego y le dijeron: “Da gloria a Dios; sabemos que este hombre es pecador”. En otras palabras, Dios recibe gloria cuando llamas a Jesús pecador, eso es blasfemia. Pero esa no fue la única respuesta a la curación de este ciego. También hay adoración. Está en el versículo 38. Es el clímax de la historia. Lo último que hace el hombre en este texto antes de desaparecer de la historia es adorar a Jesús: “Creo, Señor”. Y lo adoró. Entonces Jesús mismo ha hecho las obras de Dios. Y aquellos que tienen ojos para ver dicen con Juan 1:14 “Hemos visto Su gloria, gloria como del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad”. Eso es lo que vio el ciego. Eso es lo que los fariseos no vieron… este capítulo termina con una ceguera tal como comenzó, solo que de un tipo peor. Y tú ¿Has visto Su gloria? Si es así ¿Cómo has respondido a esa gloria?

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Comentarios

Yamileth
hace 2 meses

🙏

Shirley García
hace 2 meses

Amén 🙏🙏🙏