Una invitación que te incluye

Publicado el 4 de septiembre de 2024, 5:11

"A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura” Isaías 55:1-2

La primera clase de persona que Dios invita a acercarse a Él son los sedientos que no tienen dinero para pagar por aquello que necesitan. Dos cosas: están sedientos y no pueden pagar. En esta categoría están aquellos que tienen sed en sus corazones, para ellos hace mucho que no llueve, muchas antiguas esperanzas se han ido secando. Los sueños han sido postergados y casi murieron. Callejones sin salida una y otra vez, vacíos, insatisfechos, descontentos y conscientes de que tiene que haber algo más en la vida. Sin embargo, todo lo que parece ser bueno está fuera del alcance, no hay dinero, fortaleza o motivación, pero al menos existe un deseo, una sed. Y el Señor dice: tú eres esa persona que estoy buscando. “Todos los sedientos y los que no tenéis dinero – ni recursos, ni posición de negociación, ni trayectoria, ni poder, ni prestigio, ni influencia: Dios te está llamando hoy día a disfrutar del festín de la salvación.

Pero existe una segunda clase de personas a las que Dios invita y es bueno que así sea porque creo que el resto de los que no sienten que pertenecen a la primera categoría, si son honestos se identificarán con la segunda categoría, pregunta Dios: ¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan, y vuestro salario en lo que no sacia? En el versículo 1, Dios dijo: “Y los que no tenéis dinero, ¡venid!” En el versículo 2, le habla a alguien que sí tiene dinero y que tiene la fortaleza para trabajar. La primera clase de persona está moralmente en bancarrota y lo sabe, están sedientos y no tienen dinero. Pero la segunda clase de persona no se encuentra aún en esa situación, tiene dinero y lo gasta, tiene fortaleza y trabaja. ¿Pero cuál es el resultado? Una sensación de frustración, este tipo de personas no es como el anterior: agotados y al límite de sus fuerzas. Este aún tiene dinero para gastar y continúa trabajando, soñando, buscando, persiguiendo sus objetivos, experimentando con un trabajo diferente, una ciudad diferente, un auto distinto, una casa distinta, una pareja distinta, una nueva dieta, un aspecto nuevo: todavía le queda mucho por observar.... Pero aun así no hay tesoro al final del arco iris, ni tampoco una fuente de la juventud y cada uno de sus triunfos se termina extinguiendo. Los aplausos se detienen, la moda pasa, cada cosa nueva se vuelve vieja y las opciones se reducen cada vez más. Cuando somos honestos con nosotros mismos sabemos que existe un gran caudal de necesidades y deseos interiores más allá de que aparentemos ser autosuficientes. Y Dios lo sabe aún mejor que nosotros, nos tiene en mente cuando dice: “¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan, y vuestro salario en lo que no sacia?

Entonces son dos los tipos de persona a quienes Dios invita: los sedientos que no tienen dinero y no pueden pagar y los sedientos que creen que pueden pagar y que trabajan para lograr sentirse satisfechos. Creo que todos, si somos honestos con nosotros mismos, tendríamos que admitir que pertenecemos a alguno de estos dos grupos. Pero ¿A qué se nos está invitando?

Oración: Señor tú conoces la realidad de cada ser humano, aunque en unos sea más visible su bancarrota, todos estamos así, sólo que muchos aún tienen fuerza y recursos para evadir el hecho de tener que reconocer que lo están. Oh Señor, ten misericordia y abre nuestro entendimiento para que podamos ser conscientes de nuestra necesidad de ti, ten misericordia y convence mi vida aún más de que sólo tú eres fuente de agua viva y por amor de ti no permitas que nada de este mundo anestesie mi alma sedienta de tal manera que yo pueda ser consciente de su clamor por ti. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 2 meses

Amén 🙏🙏🙏