Heredando juntamente con Él

Publicado el 15 de septiembre de 2024, 4:48

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos glorificados” Romanos 8:17

Esta es una de esas promesas cuyo contenido es espectacular y aterrador al mismo tiempo. Es espectacular porque anuncia que todos a los que se les ha dado potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12) heredarán de Dios Su herencia y Dios es dueño de todo, eso es una gran herencia. Pero esta promesa también es aterradora porque se nos asegura que no heredaremos sin sufrimiento. Lo más importante… esta es una promesa hecha a los hijos de Dios, y no sé si tú eres uno, quizás es posible que ni siquiera tú mismo tengas certeza de que lo eres ¿Eres un hijo de Dios? Porque no todo el mundo recibirá herencia de parte de Dios. Por ello consideremos las señales dadas por Pablo y examinemos nuestras vidas por medio de ellas:

Romanos 8:16 dice “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”. Entonces, cuando llegas a Romanos 8:17, podrás saber si esa herencia es tuya o no. Si perteneces a Jesús, Romanos 8:9 dice que tienes el Espíritu. Si has aceptado a Jesús como Salvador y Señor, y has nacido de nuevo el Espíritu ha venido a ti. Él mora en ti. Y dice Romanos 8:13-14 “Si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios”. Ahora bien, lo que Pablo está haciendo es decirnos que el Espíritu Santo es la clave para tener la certeza que eres un hijo de Dios, y lo hace dando Su testimonio. Él hace cosas en ti que te permiten saber que eres un hijo de Dios (y no me estoy refiriendo a experiencias emocionales o místicas) Él tiene una manera de testificar a nuestro espíritu muy distinta a lo que el común evangélico de hoy entiende por la obra del Espíritu Santo.

Hay un par de indicadores de cómo lo hace, y acabamos de leer uno de ellos: “Si por medio del Espíritu hacéis morir las obras de la carne” (Romanos 8:13). Es decir, si cuando la tentación viene a ti para seducirte a hacer algo pecaminoso matas ese deseo por medio del Espíritu, permitiendo que el Espíritu te capacite para luchar contra la tentación, “porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios” (Romanos 8:14). Su dirección y liderazgo son evidencia de que eres un hijo de Dios… Él te llevará a una guerra contra tu pecado, a una guerra con tus tentaciones, y es Él precisamente el instrumento por el cual puedes matar esas tentaciones, y así sabes —por esa obra del Espíritu en ti— que eres un hijo de Dios. Él te guiará a una batalla exitosa contra el pecado, y no me refiero a un éxito perfecto… sino que el Espíritu pondrá en ti un odio hacia tu pecado y un deseo ardiente de batallar contra él.

Otra manera como Él da testimonio de que eres hijo de Dios es que “por el Espíritu de adopción, clamamos “¡Abba! ¡Padre!” (Romanos 8:15) Él hace brotar en ti un clamor: “Papá, ayúdame. Papá, ayúdame”. Él coloca un espíritu de dependencia y confianza infantil en ti, que te hace mirar a Dios ya no como un juez enojado sino como tu padre porque te ha dado Su Espíritu y ha cubierto tus pecados con la sangre de Su Hijo, y el Espíritu ahora se está levantando dentro de ti y diciendo: “Padre”. Eso no es obra tuya…. Nadie se levanta un día diciendo “Papá, te necesito. No tengo los recursos para vivir mi vida. Soy un pecador, soy débil, soy imperfecto. Tú eres Dios y te necesito. Tú eres mi Padre” no puedes clamar a Dios como tu Padre de una manera humilde, dependiente y como un niño sin el Espíritu Santo.  Pero tampoco puedes decirle a Jesús “Tú eres mi Señor” (1 Corintios 12:3) excepto por el Espíritu, lo que significa que hay otro testigo en nosotros. Cuando no solo te acercas a Dios como tu Padre, sino que también te acercas a Jesús como Señor soberano de tu vida, reconociendo con tus palabras y tu modo de vivir que Él es tu Señor, tu Autoridad, que eres Su esclavo y que Él puede hacer lo que quiera con tu vida, si vives y hablas así, eres un cristiano. La razón por la que hablas y vives así es porque el Espíritu Santo está en ti. Esa es Su obra, eso es lo que Él hace: Él magnifica a Jesús como Señor y magnifica a Dios como tu Padre.

No puedes ir a Romanos 8:17 y reclamar esa promesa como tuya si no tienes a Jesús como tu Señor y a Dios como tu Padre, si no odias tu pecado, no tienes al Espíritu Santo y si no lo tienes a Él significa que no estás unido a Cristo. Es una dura confrontación sobre todo cuando se nos ha dicho que, si repetimos una oración, o si nos bautizamos, o si sentimos una emoción desbordante en un tiempo de oración o si nos caímos o si balbuceamos cosas que no entendíamos eso evidenciaba la presencia del Espíritu Santo… por tanto si ese es todo el testimonio que tienes es muy posible que no estés en Cristo, tal vez estés en una congregación haciendo cosas de cristiano, pero no estás en Cristo.

Oración: Padre, es posible mi Señor que en esta hora haya corazones perplejos por lo que han oído, como si nunca hubieran oído hablar del testimonio del Espíritu Santo, o de la seguridad de la salvación o de la dulzura de tenerte como su Padre, y no solo como juez, y de la gloria de tener un Señor fuerte, y de lo terrible que es el pecado que debemos odiar y combatir, no con nuestras fuerzas, sino con el poder del Espíritu. Tal vez todo esto sea nuevo para algunas personas. Oh Señor conforme a tu misericordia concede a quien lo necesite la gracia de comprender y que sus corazones se abran de par en par y digan: Quiero eso y que en tu misericordia oh Señor se lo concedas por la fe en Jesús. Te lo pido en Su nombre. Amén.

Valoración: 5 estrellas
5 votos

Añadir comentario

Comentarios

Shirley García
hace un mes

Amén 🙏🙏🙏

Yesse
hace un mes

Amén