¿Y qué de los que no han creído?

Publicado el 20 de septiembre de 2024, 3:57

Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” Isaías 46:10b

Hemos hablado bastante acerca de las verdades gloriosas del evangelio… pero siempre que hablo sobre esto un sabor agridulce se mueve en mi paladar espiritual (por así llamarlo) y creo que es algo que ocurre en cada creyente que ha probado del agua viva que sacia y trae descanso al alma, porque gustar de tan grande privilegio nos llevará siempre a preguntarnos ¿Qué de aquellos que amo y aún no han participado de tan grande bendición? ¿Qué de los hijos o nietos, hermanos, padres, tíos o sobrinos que me están rompiendo el corazón porque aún no siguen a Cristo… aún no han gustado del don de la vida eterna? ¿qué pasa con los que no están en el Camino contigo? Demos un paso atrás y una vez más examinemos el evangelio. Dice Isaías 46: 9b-10 “Yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios, y no hay nada semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” Así que comenzamos con un Dios grande, poderoso y soberano. Seguido a esto, repasemos esta verdad: “Todos pecamos y estamos destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Así que nuestros hijos son pecadores, y nosotros también somos pecadores, los padres somos pecadores (aunque delante de ellos lo olvidamos con facilidad) pero necesitamos confesar a nuestros hijos nuestras faltas y nuestras luchas con el pecado… si nos examinamos es justo decir que no hemos reconocido suficientemente delante de ellos que somos pecadores y que constantemente necesitamos apoyarnos en Dios para recibir perdón. ¡Cuán importante es que ellos sepan que nosotros también dependemos de la misericordia!

¿Qué es el pecado? El pecado es preferir la creación por encima del Creador. “profesando ser sabios se hicieron necios y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes” (Romanos 1:22-23) Desde que nacemos se nos ofrece la gloria de Dios para satisfacer nuestras almas, pero en la medida que crecemos no nos es suficiente y poco a poco la cambiamos, la cambias por un empleo, o por la televisión o cualquier otro entretenimiento, por comida o por bebida o cualquier otro placer físico, o por un carro o una casa o cualquier otra posesión material, o por una esposa (o) o amigos, por un vicio y así por cualquier otra cosa… Simplemente cambias la gloria de Dios, y ya no es tu tesoro… eso es lo que es el pecado. El pecado es muerte espiritual. “Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en pecados” (Efesios 2:4-5). Nuestros hijos nacen muertos, tus nietos nacen muertos. No solo pecan, son pecadores… no tienen vida espiritual (es duro, pero es la verdad) La vida es el regalo de Dios para todos los que nacen muertos espiritualmente, y todos necesitamos vida. Esta es una realidad profunda, por ello la conversión no es un entrenamiento de conducta… no se trata de que ellos aprendan prácticas cristianas; es un milagro del Espíritu Santo que debe descender en sus vidas y en nuestras vidas.

El pecado también es incapacidad espiritual. “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14) Nota esto, no son capaces de entender. “Porque la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede” (Romanos 8:7). Así que cuando mires a tus hijos o nietos, o a las personas que te importan, date cuenta de que en ellos hay una incapacidad muy, muy profunda: una muerte espiritual, una dureza. Dice Efesios 4:18 “Tienen el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón” En el fondo está la dureza, eso produce ignorancia y falta de entendimiento. Creo que todos hemos percibido esto: te sientas con alguien que te importa y tratas de decir algo que le conmueva, que le toque o lo despierte. Y simplemente no pasa nada, no tienen papilas gustativas espirituales para percibir el incomparable sabor del evangelio y decir: “Esto sabe maravilloso, mejor que cualquier otra cosa que antes hubiera probado”. No les sabe nada porque sus papilas gustativas espirituales están endurecidas, están muertas. Ellos necesitan que el Espíritu Santo corte la insensibilidad de su corazón para tener un sentido del pecado y de la miseria que este produce, para que luego puedan gustar a Cristo y Su evangelio y regocijarse en ello. Antes que esto suceda están perdidos, sumergidos en una miseria de la cual no son conscientes porque sus conciencias están cauterizadas… como también lo estuvieron antes todos los que han creído.

Oración: Señor en esta hora nos acercamos a ti conscientes de que no son nuestras obras las que nos abren paso hacia tu trono, que ha sido y sigue siendo tu obra la que nos insta profundamente a venir a ti para adorarte y para confesar nuestra necesidad de ti… oh Padre ninguno de los que ha gustado de tu salvación puede colocar sus obras para gloriarse en ellas, todo lo contrario… Por ello una vez más delante de tu altar presentamos a aquellos que amamos y que aún no pueden gustar que tú y tu evangelio saben mejor que cualquier otra cosa que ellos prueben para satisfacer sus almas… Oh Señor por amor de ti, por amor de la preciosa sangre derramada en la cruz envíales a Cristo, Oh Señor haz lo que sea necesario y en tu misericordia concédeles vida para que puedan tener en ellos un afecto por ti más grande que por cualquier otra cosa. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace un mes

Amén 🙏🙏🙏

Yamileth
hace un mes

Así mismo, amén.