Con la mirada en el galardón

Publicado el 28 de noviembre de 2024, 4:09

¿Por qué razón un cristiano no solo tiene poder para no enojarse ni deprimirse ante la persecución, sino que incluso puede en medio de ello alegrarse y gozarse sin echarse a la pena o abandonar la fe? La razón es: “porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”.

Pueden regocijarse y estar alegres porque están unidos e identificados con Cristo. A Cristo lo persiguieron para matarlo desde Su nacimiento como hombre, y todo aquel que está unido a Cristo no es mayor que Cristo, de modo que, así como Cristo fue perseguido, así es perseguido el verdadero cristiano… tal persecución es la prueba de que está unido con Cristo, la persecución por causa de la justicia es la evidencia no sólo de que se nos ha concedido creer en Cristo sino también padecer por Él (Filipenses 1:29) El autor de la Epístola a los Hebreos en el capítulo 11 enlista a todos aquellos que desde Abel han sido perseguidos y han padecido por causa de la justicia. Él se refiere a Moisés como uno que prefirió los vituperios de Cristo que los placeres temporales del pecado, ¿qué prefieres tú? Él también hace mención de los profetas que a pesar de estar llevando la verdadera Palabra de Dios no recibieron halagos ni recompensas temporales, antes, por el contrario, fueron perseguidos a causa de la verdad que anunciaban…  “Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra” (Hebreos 11:38-39) ¿Qué les mantuvo firme, por qué no desfallecieron, por qué simplemente no callaron para librar sus vidas de tales tormentos? Dice la Escritura: porque tenían su mirada puesta en el galardón.

Sólo un verdadero cristiano puede soportar con gozo la persecución y el sufrir por causa de la justicia, porque sólo uno que ha nacido de nuevo tiene sus ojos puestos más allá de lo temporal, la persecución más allá de doblegarles les anima porque no es más que una confirmación de que están unidos a Cristo, que van al cielo, y allí tendrán su recompensa. ¿Cuál es la razón por la que nuestras iglesias locales están tan plagadas de gente que no quiere sufrir, gente que a la menor prueba retroceden? El problema es que la mayoría de los que hoy se proclaman a sí mismos como cristianos desean y buscan recompensas en la tierra y hacer tesoros en la tierra y no en el cielo donde está Cristo sentado a la diestra del Padre y de donde vendrá y nos tomará para que estemos con él para siempre (Colosenses 3:1) Aquel que se ha identificado con Cristo, que se ha visto juntamente crucificado con Él, que se reconoce a sí mismo como uno que ha muerto no se alegra en el hecho de ser perseguido, sino en la certeza de estar unido a Cristo, en saber que para él hay una recompensa en los cielos y que las glorias presentes (sin importar cuan extraordinarias sean) ni las aflicciones del tiempo presente (sin importar cuan terribles sean) no son comparables con la gloria venidera que habrá de manifestarse en aquellos que han nacido de nuevo (Romanos 8:18) y tu… ¿tienes la certeza que vas al cielo, sabes cuál es tu destino, siquiera piensas en ello… cómo estás viviendo ahora? Todo los que en verdad han creído en Cristo y en Su obra, todos los que han estado dispuestos a tomar la cruz cada día y seguirle negándose a sí mismos saben para donde van, van a donde nada inmundo hay, donde no hay llanto ni dolor, ni enfermedad ni muerte… a una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos. En la cual ahora podemos alegrarnos, aún a pesar de que por un poco de tiempo si es necesario, tengamos que ser afligidos por diversas pruebas para que sometida a prueba nuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual, aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amamos sin haberle visto, en quien, creyendo, aunque ahora no lo vemos, nos alegra con gozo inefable y glorioso. Es esto y no lo temporal lo que tiene cautiva nuestra mirada aquí y ahora, con esta perspectiva vivimos cada día.

Oración: misericordioso Señor y eterno Dios Tú lo has dicho: bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Muchos son los que hoy son perseguidos, pero no es por causa de la justicia sino por causa de sus corazones endurecidos que se niegan a vivir para tu gloria en lugar de vivir para agradarse a ellos mismos. Tienen nombre de que viven, pero andan como andan los que no tienen vida siendo esclavos de lo temporal, teniendo por más glorioso los placeres de esta vida… esclavos del tener y el hacer, pero en ninguna circunstancia esclavos de Cristo. Oh Señor que haya también en nosotros el sentir de un verdadero ciudadano del reino de los cielos, Oh Señor límpianos de toda incredulidad y danos un corazón que cree en tu Palabra cuando nos dices que la gloria venidera no puede ser comparada con nada que hayamos experimentado porque finalmente te veremos a ti y estaremos contigo para siempre y ese es nuestro mayor galardón. Amén

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Comentarios

Shirley García
hace 6 días

Amén 🙏🙏🙏