“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres” Mateo 5:13
Como hemos aprendido es imposible que nosotros podamos producir naturalmente obras que nos hagan bienaventurados siendo que como dice la Escritura estamos habituados a hacer el mal (Jeremías 13:23). En la descripción que el Señor Jesús ha hecho de lo que es y cómo vive un cristiano nos ha mostrado que para ser considerado por Él como uno de Sus discípulos es necesario nacer de nuevo, es necesario que seamos transformados por Dios mismo para que podamos ser aquellos que son bienaventurados porque han sido enriquecidos con la gracia de Dios, saciados de Su justicia, depositarios de Su misericordia de quienes fluye la mansedumbre y cuyas vidas han sido transformadas para ser pacificadores que sufren persecución por ser lo que Dios quiere que seamos. Lo que Jesús anunció en los versos 11 y 12 que sucedería a los cristianos pudiese ser causa de tristeza si dejamos de contemplar el galardón que ha sido prometido por Él: “de ellos es el reino de los cielos”. Por ello lo que haremos a partir del verso 13 es describir cómo los cristianos testifican lo que son, y Jesús inicia esta parte de Su sermón declarando que los verdaderos cristianos son la sal de la tierra. Quizás esta comparación no impresione mucho si desconocemos lo que representaba la sal para la audiencia que escuchaba a Cristo. La sal era muy valiosa por todas sus propiedades y los usos que podían darle. Pero entre todos sus atributos Cristo resalta uno en particular: como agente antiséptico, es decir aquello que es usado para prevenir la descomposición.
El mundo está sujeto a descomposición, es por causa de esta descomposición y putrefacción del mundo que Cristo es aborrecido y Sus discípulos son perseguidos por ser como Él. La corrupción es tal que el mundo a lo malo lo llama bueno y a lo bueno lo llama malo, pero ¡ay de ellos! Dice el Señor (Isaías 5:20) desde los comienzos de la humanidad el mundo aborrece todo aquello que Dios llama bueno y justo eventos como el asesinato de Abel, el diluvio, Sodoma y Gomorra dan testimonio de la maldad y la corrupción del ser humano. Fue así cuando el Verbo se hizo carne (Juan 1:14), así ha sido a lo largo de la historia de la Iglesia y así es ahora en nuestros días, testimonio de ello es lo que hoy la gente considera bueno y honorable, consideremos lo que la gente piensa de la familia, la sexualidad, la libertad ¿No evidencia ese pensamiento la corrupción de nuestra sociedad? ¿Cuáles son los valores de la generación que nos precedió, nuestros valores y los valores de la generación que se está levantando, no es visible acaso que cada día se degradan más? En el principio, antes del pecado el hombre se paseaba con Dios. El pecado quebrantó esta comunión y nos separó de Dios, nos constituyó en Sus enemigos. En la medida que la historia de la humanidad ha avanzado el mundo ha encontrado más razones y ha desarrollado más estrategias para profundizar esa brecha entre Dios y los hombres… nada es más cierto que sin Dios el mundo avanza hacia su destrucción, sin Dios el mundo es esencialmente corrompido, malo y podrido.
Pero a pesar de ello Dios en Su providencia sigue sustentando y sosteniendo a este mundo malo, Él aún continúa dando Su testimonio y por Su gracia existe un remanente que Dios ha levantado como un testimonio vivo de Su bondad y de Su poder… es a este remanente a quien Cristo llama: la sal de la tierra. Ahora yo te pregunto, al ser observado por Dios cómo se cuenta tu vida ¿Eres la sal que Dios en Su gracia está usando para frenar la putrefacción social en dónde te encuentras? O ¿tú vida está tan separada de Dios que te has hecho sal que no sala y que a pesar de que estás cerca de otros tu vida no sirve para evitar el avance de ellos hacia la destrucción?
Oración: Señor fuiste Tú quien dió las cualidades que posee la sal, así como sólo Tú pudiste tomarnos de las tinieblas espirituales donde avanzábamos hacia la destrucción y transformarnos para que la vida que vivimos cuente como un medio de gracia por el cual tu preservas a otros de la destrucción. Señor examina mi vida y abre mis ojos a lo que Tú estás viendo en mí, pudiera ser que mi vida ya no esté siendo sal que sirve para salar, pudiera ser que en mí no hay más que mera apariencia y si es así oh Señor ¿qué será de mí y de los que están cerca de mí? Oh Padre eterno ten misericordia de tu Iglesia que desde la comodidad y la seguridad se aleja de ti enredándose en los negocios de la vida, apercíbenos del peligro hacia el cual avanzamos, haz lo que sea necesario y haznos volver a ti… quita el conformismo y la mediocridad con la que te buscamos. Señor avívanos más y más, queremos ser sal que sala… queremos que Tu crezcas y que nosotros mengüemos. Amén
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