Concluimos el día de ayer diciendo que para el mundo solo hay esperanza en aquellos que son la luz del mundo, aquellos que muestran el carácter y la vida de Dios. Porque solo ellos pueden ser luz que muestra el camino correcto ya que sin importar cuantos avances tecnológicos y científicos logren ser consolidados, el mundo no sabe el camino a seguir. No así con los cristianos verdaderos ellos tienen la promesa de Aquel que es su Señor que les ha dicho “el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12) el cristiano es luz porque él tiene la luz: a Cristo y Su Palabra.
No importa que el mundo aborrezca a Dios y Su justicia, no importa cuánto intenten ignorarlo es imposible que Él no pueda ser visto a través de las obras de los que viven bajo Su señorío porque las obras de ellos son las obras de Dios y esto manifestará lo que no es de Dios. Esto es lo que somos y lo que nuestro Señor ha dicho de nosotros, de todos los que cada día toman su cruz, se niegan a sí mismos y le siguen “vosotros sois la luz del mundo“ no porque tengamos cualidades en nuestra naturaleza de nos haga tal cosa, sino porque en nosotros está Aquel que es la luz del mundo. Es Su presencia la que nos ha hecho bienaventurados, por tanto, no brillamos con una luz que sea propia, sino que tenemos la luz de Cristo brillando a través de nosotros. Él dijo “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). Así que si tú has tomado la cruz y cada día le sigues a Él no estarás en tinieblas aún a pesar de vivir en medio de gente que tropieza en las tinieblas, aunque las tinieblas del mundo que aborrece a Dios traten de llegar a ti, si cada día sigues a Cristo tendrás la luz de la vida siempre.
Estar unidos a Cristo es lo que mantiene las tinieblas fuera de nosotros, aunque estemos rodeados de ellas. Pablo dijo a los cristianos de Galacia “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20) creer en Cristo nos ha identificado con Cristo a tal punto que ya no soy yo quien debe ser visto, sino que las obras que deben ser vistas en mi vida son las obras de Cristo. Estamos unidos vitalmente a Cristo, es decir es la unión a Él la que nos da la vida, sin Él es imposible que tengamos vida o que podamos llevar fruto, Él es la vid verdadera y separados de Él nada podemos hacer (Juan 15:5-8).
Precisamente a eso es a lo que Pedro está apuntando cuando habla a la Iglesia en su Epístola “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a Su luz admirable” (1 Pedro 2:9) si amada Iglesia, nosotros que en otro tiempo no éramos pueblo, nosotros que hemos alcanzado la misericordia de Dios en Cristo…. Somos nosotros los que hemos sido llamados de tal manera en dondequiera que estemos y en lo que hagamos irradiemos la luz de Cristo, ese es nuestro propósito, para eso hemos sido llamados de las tinieblas. El gran interrogante es ¿Tenemos claridad de lo que somos y de nuestro llamado?, ¿tiene la iglesia de nuestro tiempo esa claridad?, ¿o está yendo tras otros objetivos?
Oración: Oh Señor ayúdanos a vivir para lo que Tú nos has llamado a vivir, Oh Señor que nada sea más importante que dar a conocer tus virtudes y dar gloria a ti por lo que Tú has hecho en mí. Amén
Añadir comentario
Comentarios
Amén 🙏🙏🙏